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Covid-19 en México, entre la irresponsabilidad y la desigualdad social

Covid-19 en México, entre la irresponsabilidad y la desigualdad social

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Héctor Estrada

La pandemia de Covid-19 en México ha mostrado algunos de los rostros más incómodos y dolorosos de la realidad en nuestro país: la ignorancia y la desigualdad social. No hay otra forma de explicar las imágenes constantes con numerosas personas en las calles, fiestas clandestinas y ataques a personal hospitalario por miedos irracionales o teorías conspiratorias francamente absurdas.
Más allá de lo que suceda en otras latitudes (con episodios similares o distantes), lo que ha ocurrido en nuestro país nos invita a la reflexión sobre el México crudo y real, más allá del romanticismo nacionalista, las cifras oficiales y el egoísmo de muchos otros tantos. En palabras simples y tajantes, aquí las medidas de confinamiento o distanciamiento social simplemente no han sido efectivas, o no en su gran mayoría.
De acuerdo a datos difundidos por la propia Secretaría de Salud federal, con base a estadísticas proporcionadas por la empresa Google, en México la disminución de la movilidad de personas en espacios públicos ha oscilado entre el 60 y 67 por ciento. Es decir que alrededor del 40 por ciento de la población sigue saliendo de casa para realizar diversas actividades.
Sin embargo, el dato más relevante presentado por el propio subsecretario Hugo López-Gattel tiene que ver con el propósito de la movilización en la mayoría de los casos. Y es que, de acuerdo a ese mismo estudio, la movilidad de personas en México hacia espacios de trabajo sólo se disminuyó en un 50 por ciento, lo que significa que el 50 por ciento de la población en nuestro país sigue laborando.
Ahí puede estar alguna de las explicaciones a la aparente normalidad y afluencia de personas en calles y centros de actividad comercial. Y es que, si bien es cierto que la ignorancia, la indiferencia y irresponsabilidad social son una realidad indefendible entre los habitantes de nuestro país, la falta de condiciones para que la población mexicana pueda quedarse en casa sin mayor preocupación es un factor que no puede perderse de vista.
Lo cierto es que no todos son privilegiados con poseer ahorros, autonomía laboral, solvencia económica o un salario seguro para decidir quedarse en casa por más de dos meses. La mayoría de los mexicanos trabajan en la informalidad (según el INEGI), viven al día o responden a indicaciones de empresas, con salarios limitados, que les permiten tomarse la libertad de decidir cuando ir o no a trabajar.
En México ya varios han perdido su trabajo debido a la crisis económica provocada por la pandemia. El desplome de la actividad comercial, las ventas y los ingresos dentro de pequeñas y medianas empresas han desencadenado recortes de personal para mantener la operatividad y evitar los cierres definitivos. Tan sólo en abril se perdieron 555 mil 247 empleos, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Por eso propuestas como la aplicación del “Hoy no Circula” en Tuxtla Gutiérrez para evitar que la gente pueda desplazarse desde sus hogares no sólo resultaría contraproducente sino carente de realidad. Las personas obligadas (por cualquier razón) a acudir a sus lugares de trabajo van a movilizarse de cualquier forma. Tienen que hacerlo. A menos que las empresas les garanticen salarios seguros e íntegros durante las semanas de pandemia, sin riesgo de perder su trabajo, y eso NO va a suceder.
Proponer o exigir, desde la comodidad y el privilegio de poder quedarse en casa con el sustento asegurado, medidas para acorralar a las personas a fin de dificultar su movilidad hasta sus centros laborales resulta egoísta, insensible y carente de empatía. Antes de pensar en medidas como esas, las autoridades deben enfrentar el problema económico de fondo, buscar mecanismos para ayudar a los más vulnerables y poner mano dura contra las grandes empresas y hasta dependencias que siguen obligando a sus empleados a acudir a trabajar sin menor remordimiento… así las cosas.

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